Apagón Total: La Verdad Incómoda sobre el Futuro del Dinero

Hoy quiero hablarte de algo que pasó ayer. Algo que te hará pensar.

El apagón. En mi casa, en pleno centro de Barcelona, estuvimos 12 horas sin luz. Doce horas que se hicieron largas, muy largas. Doce horas que me hicieron reflexionar. Me encontré a oscuras, sin nada que hacer más allá de esperar. Me quedé frito en el sofá cuando el sol se puso, porque sin luz, sin pantallas, sin nada, el cuerpo te pide parar.

La mayoría de la gente, ¿qué hizo? Salir corriendo a buscar velas. Afortunadamente, yo siempre estoy preparado. Tengo linternas, baterías, incluso esas antorchas de cámara que duran horas. Siempre tengo luz. Pero, ¿y los demás? Los que no tienen nada, los que viven al día, dependiendo de que todo funcione. Esa es la clave, ¿verdad? Depender de que todo funcione. Y la verdad es que, a veces, las cosas simplemente dejan de funcionar.

Este apagón, que afectó a gran parte de España, fue un recordatorio brutal. Un recordatorio de lo frágil que es nuestro sistema, nuestro estilo de vida, cuando depende al 100% de la electricidad, de la conexión, de lo digital. Nos han metido hasta la médula la idea de que lo digital es el futuro, la comodidad, la eficiencia. Que todo debe ser digital: las facturas, las gestiones, y por supuesto, el dinero. Vemos cómo se empuja con dinero público para que las empresas se «digitalicen». Pero, ¿es realmente lo mejor? ¿Es siempre la solución?

Lo que vi ayer me demostró que no. Cuando se fue la luz, ¿quién respondió? ¿Quién mantuvo operativos los servicios esenciales como hospitales o aeropuertos? No fue una aplicación, no fue un sistema en la nube. Fueron los generadores. Sistemas MECÁNICOS que funcionan con gasoil, con válvulas que suben y bajan, con piezas que engranan. Fue la ingeniería de toda la vida, lo analógico, lo tangible, lo que salvó la situación en los momentos críticos. Lo mecánico, lo robusto, lo que funciona sin necesidad de una conexión a internet o a una red eléctrica perfecta.

La Gran Mentira de la Comodidad Digital: El Caso del Dinero en Efectivo

Y esto me lleva a otro punto crucial, algo que me preocupa de verdad y que se hizo dolorosamente evidente durante el apagón: el dinero en efectivo. O, mejor dicho, la falta de él en la mayoría de la gente.

Salí de casa ayer después de que se cortara la luz. Tenía una reunión. Y como siempre, llevo dinero en efectivo. Unos billetes en el bolsillo. ¿Excesivo? ¿Anticuado? Quizás algunos lo piensen. Pero ayer, esa «anticuada» costumbre me permitió seguir adelante. Porque la realidad es que, cuando se fue la luz, los sistemas de pago digital colapsaron. Las máquinas dejaron de funcionar. Las tarjetas no pasaban. Los pagos con el móvil, con el reloj… ¡nada!

Nos han acostumbrado a una comodidad extrema. A pagar con un simple gesto, sin pensar, sin llevar nada más que el teléfono o la tarjeta. Y es cómodo, no te lo voy a negar. Puedes pagar en cualquier sitio, en cualquier momento. Pero esa comodidad tiene un precio, un precio muy alto que se paga en dependencia. Ayer, muchísima gente no pudo comprar nada. Ni siquiera una botella de agua en una máquina expendedora (si es que funcionaba). ¿Por qué? Porque no tenían dinero en efectivo.

Tengo gente trabajando conmigo que, a pesar de que les insisto una y otra vez en que lleven efectivo, me dicen que les «estorba». Ayer, estoy seguro de que se acordaron de mis palabras. Espero que vean este vídeo y me digan: «Tío ¡Cuánta razón tenías!». Porque es la pura verdad.

Este apagón, que duró unas horas (más en algunos sitios que en otros), nos dio una pequeña, pequeñísima muestra de lo que podría pasar si los sistemas digitales fallan a gran escala. Imagina que esta situación se prolonga. Una semana, un mes, dos meses sin poder usar tu tarjeta, tu móvil, sin acceso a tu dinero digital. ¿Qué harías? ¿Cómo comprarías comida? ¿Cómo te moverías? La pandemia nos enseñó lo vulnerables que somos ante una crisis inesperada. ¿Estamos preparados para una crisis digital que nos impida acceder a nuestro propio dinero?

El Euro Digital: Un Paso Más Hacia la Dependencia y el Control Absoluto

Y aquí es donde entra el gran lobo disfrazado de cordero: el euro digital. Nos lo venden como la evolución natural del dinero, la modernidad, la eficiencia definitiva. Pero yo lo veo de otra manera. Lo veo como una herramienta más para aumentar nuestra dependencia y, lo que es más preocupante, para ceder aún más control sobre nuestras vidas.

¿Por Qué Debería Preocuparte el Euro Digital?

Piensa en esto: si todo tu dinero es digital y está en una plataforma controlada por el estado o una entidad centralizada, ¿quién tiene el poder? Ellos. Tendrán la capacidad de decidir qué puedes comprar y qué no. Podrán establecer fechas de caducidad para tu dinero, incentivarte a gastar en ciertas cosas o a dejar de consumir otras. Podrán, en última instancia, decidir el valor de tu propio dinero. Un euro digital valdrá lo que ellos quieran que valga en un momento dado. ¿Te das cuenta de la magnitud de esto?

Además, el control va más allá. Tendrán un registro detallado de cada transacción que realices. Sabrán dónde estás, qué compras, con quién interactúas económicamente. Adiós a la privacidad financiera. Y en un escenario extremo, pero no imposible, podrían incluso «apagar» tu dinero digital si consideran que no te ajustas a ciertas normas o comportamientos. Como pasó ayer con la luz, pero esta vez, con tu capacidad para comprar y vender, para vivir.

No quiero ser alarmista, pero tenemos que ser realistas. Depender completamente de sistemas controlados por entidades que no siempre actúan en nuestro mejor interés, por gente que, sinceramente, no sabe lo que es luchar cada día para ganar dinero, es un riesgo que no deberíamos estar dispuestos a correr. Esta gente vive en otra realidad, desconectada de la tuya y de la mía.

Tu Última Línea de Defensa: El Dinero en Efectivo

El dinero en efectivo es, a día de hoy, una de las pocas herramientas que nos quedan para mantener cierta independencia. Es anónimo, es tangible, funciona sin electricidad ni internet. Te da libertad para decidir cuándo, cómo y con quién gastas tu dinero. Te da una reserva, un colchón de seguridad para esos momentos en los que el sistema digital colapsa, como vimos ayer, o para cuando, simplemente, quieran limitar tu acceso a él.

Nos están presionando para que dejemos de usarlo, para que lo veamos como algo sucio, inseguro o propio de actividades ilegales. Pero la realidad es que es nuestra defensa. Es nuestro pequeño acto de resistencia en un mundo que camina hacia el control total.

Si piensas como yo, si valoras tu libertad y tu independencia, hazte un favor: ten siempre dinero en efectivo a mano. Ten una reserva en casa. No dejes que todo tu patrimonio dependa de un clic, de una red que puede caerse, de un sistema que puede ser manipulado.

Este apagón fue una llamada de atención. Una pequeña grieta que nos mostró lo que hay debajo: una dependencia creciente y un riesgo real de perder nuestra autonomía. El futuro de nuestra libertad financiera, y quizás de nuestra libertad en general, pasa por decisiones como esta. Por no poner todos nuestros huevos en la cesta digital.

Sé que este mensaje es diferente a lo que suelo compartir, quizás no es lo más cómodo de escuchar. Pero a veces, hace falta una OSTIA de realidad, cruda y directa, para despertar. Para ver lo que está pasando a nuestro alrededor y tomar acción.

Un abrazo fuerte, cuídate y nos vemos pronto.